Ya lo habéis visto por fuera, pero ahora vamos a verlo desde otra perspectiva.

Aunque no se ve muy bien cómo quedó por dentro (las fotos son de móvil)…

… la intención era jugar con los colores en los diferentes pisos.

Aprovechando que el invento de los “cake hearts” salió muy rico de sabor quería hacer algo similar pero “a lo grande”.

Partí de dos bizcochos redondos pequeños (unos 14 cm de diámetro), un MSC de fresa y otro de nata (postearé las recetas en breve, de hecho estoy pensando en crear una categoría específica para el MSC).

Señalé los bizcochos para que la tapa no se me descolocase y corté la parte superior de cada uno, lo que sería la tapa.

Después delimité (marcando con un cuchillo) la parte que quería vaciar

y fui quitando bizcocho con la ayuda de una cuchara

hasta dejar vaciados los dos

En el fondo les puse una capita de mermelada de frutos del bosque

y preparé los rellenos.

Lo que saqué del bizcocho blanco lo desmigué y lo junté con un poco de yogur tipo griego, algo de azúcar y una pizca de esencia de vainilla

y lo que saqué del bizcocho de fresa lo desmigué también y lo junté con un poco de yogur griego y mermelada de frutos de bosque

Los rellenos, como podéis imaginar, son frescos y para nada empalagosos.  Es una tarta para los que no son tan golosos.

Para montarla puse el recipiente rosa (de bizcocho de fresa) en el soporte para la tarta y lo rellené con la crema blanca.  Puse la tapa (rosa) encima, eché una capita de mermelada de frutos del bosque como “cemento” y planté encima el recipiente blanco, que rellené con la mezcla de fresa.

Añadí la tapadera blanca, cubrí con crema de mantequilla y luego forré con fondant.

El corte de este invento es de lo más curioso por el juego de colores (rosa y blanco) entre los bizcochos y los rellenos y por tanto tiene muchas posibilidades aunque hay que tener mucho cuidado y no apurar demasiado al vaciar los bizcochos, el “culo” debe de ser consistente para aguantar el relleno y las pareces también o se os abrirán (como me pasó a mí con el piso de abajo que me trajo de cabeza).  Por lo demás, este tipo de rellenos es mucho más jugoso que el bizcocho solo, aguanta más el peso que una crema y permite jugar bastante con los sabores además de con los colores.

Por colorido y por sabor, por tanto, creo que es una “arquitectura” bastante repetible.  Con cuidado, eso sí, para no tener los fallos estructurales que he tenido esta primera vez.